Eva Eriksson, humor y afecto
3 mayo, 2019
Eva Eriksson es una de las ilustradoras, y escritoras, más celebres y queridas de Suecia. Nació en Halmstad, en la costa suroeste de Suecia, en 1949. Hizo estudios textiles en la Escuela Universitaria de Artes, Artesanía y Diseño de Estocolmo. Posteriormente se licenció en Arte. Actualmente vive cerca de Estocolmo, donde tiene su estudio.
En general, Eriksson prefiere trabajar en colaboración con otros, y aunque tiene libros escritos y dibujados en solitario por ella –como el aclamado Maya va de compras-, ha ilustrado muchos textos de otros destacados autores nórdicos como Barbro Lindgren, Ulf Stark, Ulf Nilsson y Kim Fupz Aakeson. Eriksson ha dado vida con sus dibujos a toda una serie de personajes clásicos contemporáneos como Kiko, La guagua salvaje o la Hermana coneja. Su estilo es afectuoso y humorístico, y se caracteriza por su sencillez y la gran expresividad y sutileza de sus personajes.
La ridiculez de la vida
“Creo que si puedes dibujar el cuerpo humano, entonces puedes dibujar prácticamente cualquier cosa”, dice Eva Eriksson. Habitualmente trabaja con lápiz, lápiz y acuarelas y lápices de colores, y suele usar tonos pastel y colores suaves. Sus líneas son apacibles y firmes y una de las características principales de su obra es la capacidad de captar lo ridículo de la vida de una manera empática y comprensiva.
En su libro Maya va de compras, Eva Eriksson cuenta un incidente de su propia infancia cuando tenía cuatro años y le pidieron ir de compras pero olvidó todo lo que se suponía que debía comprar. Experiencia por la que casi todos hemos pasado cuando chicos, y que muestra la importancia de que los niños vayan ganando confianza poco a poco con el apoyo de los adultos.
Eva Eriksson ha recibido, entre otros, el Premio Astrid Lindgren por su trabajo, y durante 10 años fue miembro de la Academia Sueca del Libro Infantil, una asociación dedicada a la promoción de la buena literatura para niños y jóvenes y que trata de influenciar a los políticos, las instituciones y la opinión pública sobre la relevancia de la literatura infantil y juvenil.
