Marcela Fuentealba, editora de Saposcat: “Más allá de buscar instruir o mostrar una moraleja, hoy es clave que la LIJ tenga espacios para la libertad, la creatividad y el jugueteo con el lenguaje”

14 enero, 2021

Marcela Fuentealba es periodista y editora. Comenzó en este oficio en la editorial Hueders y hace ocho años, cuando fue mamá, se interiorizó en la literatura infantil, encontrándose “con un mundo enorme”, tal como nos señaló. Así, el año 2016 creó su propia editorial, Saposcat, que publica libros ilustrados para grandes y chicos, con énfasis en autores y tradiciones del mundo que proponen explorar y comprender lo diferente, lo difícil y lo muy simple.

En esta entrega de VOCES, compartimos su trabajo como pequeña editorial y su mirada de la literatura infantil, a partir de su exposición en nuestro reciente Seminario Luces en el Pantano, realizado en diciembre del 2020.

Cuéntanos acerca de Saposcat y su más reciente trabajo editorial.

Hacemos libros para grandes y para niños; tenemos 7 libros para niños y 11 para adultos, aunque muchos de ellos son para toda la familia. El 2019 publicamos varios libros pero luego de ese ímpetu vino el estallido y la pandemia, por lo que el 2020 quedamos medio paralizados. Hoy estamos en aguas muy quietas y planificándonos para este 2021.

El primer libro que publicamos el 2019 fue El gran espíritu de Tomás Olivos, un ilustrador chileno. Él llegó con este proyecto a Saposcat y la verdad es que nos gustó mucho. Es un libro muy bonito, muy simple que a la vez es un viaje complejo. Se trata de un muchacho que decide irse a la selva amazónica a tomar ayahuasca. Nunca se dice literalmente que él va a tomar ayahuasca, sino que a través de muchos simbolismos relata un viaje donde él va a conocer al gran espíritu. Es un libro que puede leer tanto un niño de 5 años como un adolescente de 15, y ambos quedarán fascinados. Las ilustraciones quedaron en la sección de ilustradores de la Feria de Bolonia, lo que es algo bastante notable. Si no me equivoco, solo dos ilustradores chilenos han quedado seleccionados para esa muestra: Sol Undurraga y ahora Tomás Olivos.

Luego sacamos La Playa, de Sol Undurraga, que primero fue publicado en francés. Es un libro que también es muy simple: muestra un día en la playa, desde la mañana a la noche, con ilustraciones geniales. Es un trabajo lleno de detalles, mucha gente lo compara visualmente con Buscando a Wally, pero tiene otro tono. Sorprende a grandes y a chicos porque es muy divertido, puedes hojearlo mucho rato, ver cómo van cambiando los personajes y las escenas.

El tercer libro fue La nariz/El abrigo, sobre dos cuentos de la serie San Petersburgo de Nikólai Gógol. A mí me fascinan los cuentistas rusos y en la feria de Bolonia conocí a una ilustradora croata muy joven y talentosa, Vendi Vernic, quien había hecho un trabajo sobre El abrigo; nos pusimos a conversar y decidimos publicar estos dos cuentos de Gógol, que son geniales. Es un libro divertidísimo y el primero completamente creado en Saposcat.

La Playa, de Sol Undurraga

¿Alguna vez pensaste que tenías en tus manos un tesoro que había que irrenunciablente publicar?

Siempre lo pienso. Me he enamorado de todos los libros que he publicado y creo que son fantásticos. Recuerdo el primer libro de literatura infantil que publiqué con Hueders: El árbol de la memoria, de Britta Teckentrup, que trata la historia de un zorrito que fallece pero que de alguna manera trasciende la muerte, pues es recordado por todos los animales del bosque. Recuerdo haberlo leído llorando y que Rafa, mi socio en esa época, me dijo que lo publicáramos. Conseguimos los derechos y lo tradujimos, y la verdad es que es un libro que la gente busca mucho.

Otro que recuerdo es Animales Americanos de Loreto Salinas. Este proyecto resultó luego de visitar la exposición Animales de Loreto en la Galería PLOP!, donde me enamoré absolutamente de sus ilustraciones. Este libro es muy importante porque además fue el primero de literatura infantil que yo publiqué. Después publicamos juntas El jardín de Chile, sobre animales colonizadores y plantas.

Y por último, recuerdo el primero que publiqué en Saposcat: La playa de las conchas, un libro muy triste pero muy bonito de las autoras coreanas ,  y Chi Eun-Young. Cada página de este libro parece hecha a mano y el relato es muy sensible, una verdadera joya.

Y otro libro que debió haber salido en 2020, pero que se atrasó por la pandemia, es un libro danés espectacular que se llama Liv y muestra a los niños la gran experiencia de la formación de la tierra y que el universo es inmenso y nosotros muy pequeños. Cuando somos chicos no nos cabe en la cabeza esta idea de que el universo es infinito y este libro viene a darle espacio a esa idea.

La playa de las conchas, de Shin Hye-Een

 

¿Qué porcentaje de sus publicaciones son creaciones chilenas y qué porcentaje, extranjeras?

Yo creo que es mitad y mitad. Me encantaría hacer más libros en casa, en Saposcat, recibir propuestas, pensarlas, traducirlas y hacer las ilustraciones, pero eso es más caro.

¿Por qué crees que se edita literatura infantil hoy en día?

¿Por qué? Pienso que se edita mucho para mostrar la diversidad de personas y sus culturas, de manera cada vez más amplia y libre. Pero por otro lado, me parece que hay un sobre pauteo de que los libros deben tener un mensaje, una enseñanza o comunicar valores. Me parece que se dan instrucciones hasta para ser creativo y eso es poco interesante para los niños. Es clave tener un espacio para la libertad, la creatividad y el jugueteo con el lenguaje; no solo buscar instruir o entregar una moraleja.

Creo que también falta un poco de humor. Yo aprendí a leer con Mafalda, de Quino. Ella era súper crítica y diferente a toda su familia, como una Pippi Calzaslargas en Argentina. Hoy estamos en tiempos de cambios importantes a nivel social y ambiental, y los niños deben estar al tanto de eso, pero también creo que debemos defender su alegría y su libertad.

¿En qué libro que has publicado o que te gustaría haber publicado, te parece que hay un tratamiento digno de las emociones infantiles?

Esta pregunta me hace pensar en mi catálogo. Pienso también, de manera general, que muchos libros buenos, sean para grandes o para niños, hablan de las emociones, es decir, de nuestra manera de participar en el mundo. Pero hoy abundan libros que abordan las emociones infantiles a partir de la gestión de éstas, de lo que es bueno o malo, lo que puede resultar un poco manipulador y cansador para ellos, o “aburrido”, tal como me lo relata mi hija a partir de lo que lee en el colegio. 

Me parece que a través de los libros se puede hablar muy bien de las emociones, tratando como en La playa de las conchas temas como la tristeza y la pérdida de una manera muy directa, por ejemplo. Otro libro del que me enamoré rotundamente es el danés Pssst!, de Annette Herzog y Katrine Clante, y que relata las emociones de una pre adolescente y su búsqueda. Lo que me parece interesante de este libro es que no tiene una moraleja, sino que más bien, a través de la estructura de un diario, presenta un tránsito emocional que me parece muy digno desde la perspectiva de la emoción.

Creo que si bien están de moda los libros sobre las emociones, podemos abordarlos con un sello propio, saliendo de la mirada moralizante o de la presión educativa.

 

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