José Mogrol: “La fotografía contribuye a la construcción de la propia identidad y expresión de los niños, pero también a la visión de experiencias colectivas y un habitar común”

14 abril, 2021

José Mogrol es fotógrafo profesional, enfermero y docente. Llegó por primera vez a Valparaíso el año 2004 para realizar una exposición en un Festival de Fotografía. Por distintos motivos, y como sucede con tantos viajeros, terminó quedándose en la ciudad. En esta entrega de VOCES, nos comenta que siempre quiso realizar talleres para niños y niñas. A la fecha, son varias las experiencias que ha desarrollado junto a Libroalegre.

 

¿Cómo comenzó tu vínculo con Libroalegre?

Al poco tiempo de llegar a Valparaíso conocí a Lota (Charlotta Copcutt, integrante de Libroalegre), con quien realizamos unas proyecciones de fotografía española los domingos por la tarde. En aquel tiempo se estrechó la amistad y a través de ella conocí a Antonia, a Anne, luego a Evelyn y todo el trabajo de Libroalegre. Por el 2006, en una ida a España, encontré en un supermercado unas cámaras desechables que costaban un euro… me llevé 50. Entonces les presenté la idea a las chicas y ese año hicimos un taller en la sede antigua de Montedónico, con un grupo de niños y niñas del sector. Recuerdo que en ese tiempo las chicas sacaron la primera edición de “Calcetín con papa”. Comenzamos a hacer más talleres similares, donde bajamos con los niños en ascensor, fuimos a la playa, y luego me pidieron hacer un taller de fotografía en blanco y negro.

Han sido múltiples las experiencias, como en la cuarentena del 2020 cuando hiciste el taller online de Fotografía “Mira y me cuentas”, donde participaron niños de 9 a 13 años. ¿Qué es lo que más destacas de los talleres a lo largo del tiempo y de las miradas plasmadas por los niños y niñas?

A grandes rasgos, puedo decir que he observado tres realidades. En los talleres realizados en Montedónico, vi un entorno duro, fuerte, donde los niños comenzaron de a poco a acercarse al tema de la imagen y la fotografía. Hubo un momento donde les pasamos las cámaras, cámaras profesionales, y fue potente ver cómo se sentían empoderados, al principio con susto, pero luego tomando confianza. Esa experiencia me encantó. Recuerdo que los chicos fotografiaban su entorno y se veía mucha basura.

Otra experiencia fue con hogares de niños, donde hay otra realidad. Allí surgieron otros contenidos, como los autorretratos y retratos con objetos, manzanas o peras, con lentes y jockeys. También exploramos técnicas como la cianotipia y el contar historias con fotografías y video.

Creo que hemos tenido resultados bonitos y destacables. Siempre es llamativo ver cómo cada niño se acerca a lo que le interesa, a lo que le gusta, desde una perspectiva “baja” y ese contrapicado para ver a los adultos. Creo que esa sensación de apuntar con la cámara desde abajo hace que todo lo fotografiado se magnifique un poco.

Páginas 16 y 17 del n°4 de revista Calcetín con papa en la que se muestra experiencia de taller de José Mogrol con niños de Población Lautaro.

En ese sentido, ¿de qué manera crees que la fotografía puede promover la expresión y construcción de identidad en niños y niñas?

Primero que todo, creo que es fundamental la educación visual, porque estamos rodeados de mucha imagen: ¿Qué estás viendo? ¿Lo podrías re-encuadrar? ¿Te podrías acercar o alejar? En definitiva, el juego del visor. La fotografía es casi una expresión del momento y hay tantas posibilidades de imagen, formas tan distintas de ver el mundo y captarlo de manera propia. Es interesante ver en qué se fijan los niños y cómo ven las cosas.

Recuerdo una chica que en un negativo tenía tres fotogramas: un perro al lado derecho en el primero; una mierda de perro y sus pies centrados en el segundo, y un perro al lado izquierdo en el tercero. Con estos tres fotogramas había armado una verdadera secuencia. Otro chico solo fotografió auto-retratos e imágenes en movimiento, de autos o micros bajando al plan. Siempre hay chicos que tienen un talento innato, pero también otros que van aprendiendo y eso es interesante porque se puede desarrollar mucho la imaginación y la emoción vinculada a la imagen.

¿Piensas que nos cuesta familiarizar a los niños con ciertos temas? ¿Puede la fotografía ser un puente para el diálogo?

Sin duda. Recuerdo una experiencia donde durante una semana les pasamos cámaras a los niños. Es increíble la manera en que retratan su realidad; el dentro y fuera, el auto-retrato y retratos de personas y mascotas. Hemos visto una serie de imágenes muy llamativas que nos han mostrado que la fotografía contribuye a desarrollar la construcción de la propia identidad y expresión. También esto se refuerza cuando realizamos exposiciones colectivas, pues te enfrentas a lo que has hecho pero también al trabajo de los demás, permitiendo tener una visión global de experiencias colectivas y de un habitar común.

En algunos talleres hemos montado verdaderos sets y muestras donde ha venido toda la familia, por lo que también es una oportunidad de reunión familiar y social.

¿Cómo ves el vínculo entre fotografía y Literatura Infantil y Juvenil?

Hay muchas experiencias que tienen que ver con la literatura y el desarrollar una búsqueda de imágenes a partir de lo que se lee. Es un trabajo conceptual interesante que se puede trabajar fuertemente en talleres, tanto con niños como con adultos. Creo que más allá de la descripción, lo interesante está en la vinculación conceptual y emotiva a partir de la relación de las ideas del texto y las imágenes.

En un plano personal, ¿cómo es la relación que tu hija y tú  tienen con la literatura?

Recuerdo haber visitado la Biblioteca Libroalegre con mi hija, Amaranta. Ella elegía un libro, lo traía y nos sentábamos en esas mesas redondas de la entrada. Yo comenzaba a leer en voz alta, y era entretenido ver cómo llegaban algunos niños y se formaba un grupo en torno a la lectura. Es muy interesante ver cómo los niños se relacionan desde allí, ver en qué se fijan; algunos se dejan llevar por la tapa y cuando comienzan a leer el libro no les gusta nada. La lectura es un verdadero acto de descubrir.

Acá en casa tenemos libros de todo tipo. Leemos, continuamos las historias que algunos cuentacuentos relatan e inventamos otras. También hacemos ejercicios de traducir las historias en imágenes, con una cámara digital chiquitita.

¿Hay algún libro o autor que te haya marcado de pequeño?

Yo soy disléxico, y la verdad es que de pequeño me costaba mucho leer en voz alta, porque significaba un sufrimiento terrible. En el colegio nos hicieron una prueba y descubrieron que más de la mitad de la clase tenía dislexia; entonces nos hicieron unos talleres y pudimos soltarnos y leer de manera más fluida. En mi rebeldía de niño, nunca leí El Principito (Antoine de Saint-Exupéry), me cargaba porque todo el mundo lo había leído, y lo leí de más mayor. Cuando tenía alrededor de 11 años, mi gran pasión era la poesía; me encantaba Romancero Gitano de Federico García Lorca y “Nanas de la cebolla”, de Miguel Hernández. Luego comencé a interesarme por el teatro y la novela.

“El niño la mira mira.

El niño la está mirando.

En el aire conmovido

mueve la luna sus brazos”

Extracto de “Romance de la luna, luna” (Romancero Gitano, F. García Lorca)

 

¿Qué te parece la labor que realiza Libroalegre en la promoción de la lectura placentera y de la literatura desde temprana edad?

Me parece que Libroalegre es una entidad propia, absolutamente diferenciada y altruista en relación a lo que hacen. Tener esa gran biblioteca disponible para los niños, y traducir textos tan diversos al habla chilena, con los modismos de acá, es un gran aporte, además de todas las actividades y talleres que desarrollan durante el año. Les tengo mucho cariño y admiración a todas sus integrantes. Se me viene a la cabeza la imagen de Anne subiendo libros al cerro en un burro, lo que luego culminó en el hecho de montar una biblioteca en Montedónico con contenedores… Creo que todo ese trabajo no solo merece aplausos, sino también un financiamiento directo que no dependa de fondos o concursos.

Portada del n°4 de Calcetín con papa, una revista hecha por niños para niños, editada por Libroalegre desde 2006″.

 


Biblioteca Libroalegre Cerro Alegre

San Enrique 339-A, Cerro Alegre
Horario
Martes a Viernes de 10.00 a 12.00 y de 15.30 a 18.30 horas
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Pezoa Véliz con Vargas Stoller, al interior del CESFAM Puertas Negras.
Horario
Miércoles , Jueves y Viernes de 15.00 a 17.30 horas