María Isabel Molina, directora de Grafito: “Nuestro desafío es plantear un catálogo de libros que se relacionen con el contexto actual, que tengan una sensibilidad con los temas y con el momento en que vivimos”

31 diciembre, 2020

Isabel Molina es directora de Grafito, una microeditorial chilena dedicada a la producción de libros ilustrados relacionados con la imagen, la memoria y nuestro entorno social y natural. Comenzó trabajando en este oficio tras su experiencia en la Galería PLOP!, proyecto que durante 10 años fue una importante plataforma para ilustradores y también para la presentación de libros de diversas editoriales chilenas y extranjeras. “Fascinada por todo lo que allí estaba pasando, y por lo que se estaba formando en Chile en ese momento, comencé a trabajar en el mundo editorial”, recordó durante su participación en el Seminario Luces en el Pantano, que presentamos aquí.

Cuéntanos de Grafito y su más reciente trabajo editorial.

El 2013 empecé con Grafito. En ese entonces, mientras seguía trabajando en PLOP!, publicamos algunos libros. En los últimos años me he dedicado más completamente a la editorial y este 2020 publicamos una colección de tres libros que presentan palabras en mapudungun, rapa nui, aymara y español, con ilustraciones textiles de Francisca Robles. El primero se llama Cuántos somos y tiene los números del 1 al 10; el segundo es De todos colores que, como dice su nombre, presenta los colores; y el último se llama Buenos días, buenas noches, y contiene palabras propias del mundo de los niños más pequeños, tales como amigo, papá, mamá, entre otras. Este trabajo nos tomó bastante tiempo porque nos preocupamos de conjugar las lenguas de los pueblos originarios de manera muy respetuosa.

Otra publicación, que está por salir, es La ciudad de los animales del autor portugués, Joan Negrescolor. Se trata de un libro-álbum un poco apocalíptico que aborda el cuidado del medio ambiente y a qué nos estamos enfrentando en relación a este tema. Y tenemos dos libros más que actualmente están en etapa de diseño y prontos a entrar a imprenta: El huerto de Kittes (Kittes Køkkenhave, de Signe Kjær) y Café, Conejo, Hortensia, Ausencia (Kaffe Kanin Vintergæk Væk, de Betina Birkjær, con ilustraciones de Anna Margrethe Kjærgaard). Ambos libros son daneses.

Esas son las novedades de este año y de lo que se viene para los próximos meses. Hay una fuerte presencia de libros con temas bastantes fuertes y que involucran el desafío de traducir y traer a nuestro contexto los relatos daneses.

¿Dónde buscas el material para publicar? ¿Cómo te informas de las posibilidades?

En Grafito tenemos varias vías por las que llegamos a los libros. Yo creo que la más habitual, y obvia, es seguir a autores, autoras, ilustradores e ilustradoras que están trabajando en el campo de la literatura infantil y juvenil (LIJ). Vamos haciendo un seguimiento, revisamos portafolios y estamos muy conectados con el contexto.

Yo creo que una editorial tiene que trabajar inmersa en su contexto y parte de eso también es saber qué están haciendo otras editoriales; no en un sentido competitivo, sino porque todo el ámbito de la LIJ opera como un tejido y por ende debemos trabajar en red. Yo siempre he creído que lo que hacemos las editoriales es proponer una conversación a lectores y lectoras, donde también están las otras editoriales. En definitiva, es necesario conocer y estar siempre mirando; por ejemplo, redes sociales, que hoy es una importante vitrina para los ilustradores.

También tenemos una conexión con la historia editorial, hemos re-editado libros como, por ejemplo, Látigo de cien colas, del autor chileno Fernando Krahn. Este libro se publicó en España en la década de los 80 y es muy distinto a lo que Krahn había hecho hasta entonces. Tenemos otro libro que es de Oski, un ilustrador argentino, del que actualmente estamos planificando otras re-ediciones. Siempre estamos mirando y buscando libros que se hayan publicado anteriormente pero que estén vigentes y, sean clásicos o no, aún tengan cosas que decirnos a los lectores y lectoras de hoy.

Las ferias también son muy importantes; ahí fue donde, por ejemplo, encontré La ciudad de los animales, que había publicado originalmente la editorial Orfeu Negro, en Portugal. Las ferias son lugares donde los editores y editoras, los autores y autoras, ilustradores e ilustradoras, nos conocemos cara a cara, lo que es muy importante, e intercambiamos información.

Y por último, hay hallazgos y situaciones particulares. Así sucedió con el primer libro que tradujimos del danés, Skifting, de Dennis Gade Kofod y Anne Margrethe Kægaard), que conocimos gracias a la Embajada de Dinamarca. Nos contactaron a través de Trine Danklefsen y nos presentaron la posibilidad de acceder a la literatura danesa. Hay programas de traducción también en la Embajada de Francia e instancias similares donde uno puede llegar a material al que no tendría acceso de otra manera, sobretodo para los que somos más pequeños. Para nosotros que tenemos que desarrollar en el día a día muchas labores administrativas, tributarias y logísticas, la búsqueda de nuevos contenidos requiere de búsqueda intencionada, hallazgos y asistir a espacios de encuentro.

Skifting (Dennis Gade Kofod y Anne Margrethe Kægaard), Grafito Ediciones

Hoy, ¿cuál es el desafío de Grafito como editorial?

Yo pienso en Grafito como un proyecto a largo plazo; en ese sentido creo que nuestro desafío es plantear un catálogo de libros que tengan ciertas características; por ejemplo, que se relacionen con el contexto actual. Pienso en La ciudad de los animales (Joan Negrescolor) que aborda el cambio climático y el problema de la basura; o en Café, Conejo, Hortensia, Ausencia, que toca el tema del alzhéimer, pero que no necesariamente son textos orientados a lo educativo. Yo creo que es más importante que tengan una sensibilidad con los temas y con el momento en que vivimos; esto es algo que los niños y niñas captan muy bien, incluso más de lo que nosotros podemos entender como adultos.

Por otra parte, recogiendo las palabras de Marcela Fuentealba de editorial Saposcat, creo que nuestro desafío como editoriales es proponer libros que sean un espacio de creatividad, de libertad y de juego, pero que al mismo tiempo tengan una conexión con lo que está pasando ahora y propongan una conversación. Cómo plantear libros que tengan esta doble “misión” es un desafío. Todo esto en equilibrio con lo que significa el sobrevivir como editoriales pequeñas, para lo que necesitamos que nuestros libros sean atractivos para las familias, padres, madres y mediadores.

Otro tema es que estos libros sean perdurables en el tiempo porque, como sabemos, existen tendencias en la LIJ. Desde las editoriales independientes, se tiende a renegar de las modas, pero creo que hay que saber dialogar con lo que se pide en librerías y bibliotecas, sin perder el sello personal y editorial. Por ejemplo, hoy están de moda los libros sobre las emociones, y la pregunta es qué podemos aportar como editorial independiente desde ahí.

Por último, otro de los desafíos que nos planteamos, es hacer libros bellos, que tengan un tratamiento cuidado en la ilustración y el uso del lenguaje. Son varios desafíos y a veces todo esto significa demorarse más, pero también llegar a puerto con obras con las que nos sentimos orgullosos, y además dedicar tiempo a otras tareas que no son fáciles, como la difusión y mediación.

Pareciera que la rabia es una emoción no muy bien vista y a la que se da poco espacio en los libros infantiles. En nuestro próximo boletín “La pieza secreta” abordamos este tema y quisiéramos saber qué opinas de cómo se trata en los libros para niños.

Yo creo que en general el tema de la rabia está presente dentro del “paquete” de libros sobre emociones que se están haciendo últimamente, donde se aborda el tema de manera muy superficial y desde una perspectiva de la gestión de emociones. Pero no ha sido así siempre en la literatura infantil, Donde viven los monstruos (Where the Wild Things Are, del autor estadounidense Maurice Sendak), es un libro emblemático sobre la rabia. El detonante allí es la pataleta de Max porque debe irse a su pieza, y desde allí se abre un mundo con muchas capas de lectura en un relato magistral. Con esto quiero decir que existen ejemplos de libros muy “maqueteados”, que buscan gestionar las emociones, pero por otro lado hay libros como éste, o como Fernando furioso, de Hiawyn Oram y Satoshi Kitamura, que van en otra línea.

En Grafito, particularmente, tenemos Hoy me siento, de Madalena Moniz. Es un libro de origen portugués, también publicado por Orfeu Negro, que a nosotros nos gusta muchísimo porque trata de manera muy simple el tema de las emociones. Es un abecedario que nombra la emoción (que es quizás por donde se puede empezar) y luego presenta una imagen muy simple que da pie a abrir una conversación no direccionada, porque las emociones tienen muchas lecturas.

Otro libro que me gustaría destacar nuevamente es Skifting, donde a partir de la metáfora del intercambio se presentan problemáticas de la adolescencia, como sentirte extraño en tu familia, sentir que no perteneces a ciertos lugares y los cambios a los que nos enfrentamos y producen algunos desgarros. Este libro no intenta decir “va a estar todo bien”, y esa es una promesa que como adultos debemos intentar dejar de mantener.

Finalmente, creo que los contenidos que realizan los mediadores, como por ejemplo el boletín La pieza secreta que desarrollan ustedes, ayudan mucho a ir diferenciando todo lo que tenemos en este mercado tan amplio de la LIJ. A darle varias lecturas, calibrarlo, compararlo, contrastarlo, rescatar lo antiguo que aún está vigente y también entender que hay contenidos que están presentes en los escaparates de las grandes librerías y que luego desaparecerán.

 

 

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