Majo Puga, ilustrador:  “No es necesario engañar a los niños y suavizar las historias, podemos hablarles de lo que sea”

30 julio, 2022

El último encuentro del ciclo de talleres en línea Casas Lectoras de Libroalegre fue junto al ilustrador, dibujante y docente, Majo Puga, quien habló de la noche en la literatura
infantil y juvenil.A través de recomendaciones y reflexiones, Majo Puga revisó una variada selección de libros álbumes y novelas gráficas de literatura infantil y juvenil (LIJ), lo que permitió a los y las participantes conocer diversas técnicas y enfoques a la hora de abordar y representar la noche y la oscuridad.

En formato de entrevista, se presentan aquí algunas de las principales ideas que Majo compartió en la sesión de cierre del ciclo “Casas Lectoras” 2022.

 

«La noche es la hija del caos, madre del cielo y la tierra, engendra igualmente el sueño y la
muerte, las ensoñaciones y las angustias, la ternura y el engaño. Entrar en la noche es
volver a lo indeterminado, donde se mezclan pesadillas y monstruos. Es la imagen de lo
inconsciente, lo que se libera en el sueño nocturno».

“Esa definición es del Diccionario de los símbolos de Jean Chevalier -un libro antiguo, donde la palabra más contemporánea que tiene es bicicleta-, al que siempre recurro para encontrar conceptos y conocer su origen, entender de dónde vienen las palabras. Me gustó mucho esta concepción que proviene de la cultura griega y que define la noche como un segundo lugar, un espacio íntimo, donde nos podemos conectar con nosotres”.

– En tus ilustraciones está muy presente lo oscuro, ¿qué es lo que más te llama la atención de este tópico y cuáles otros abordas en tu trabajo?                                                                                                    Me interesa muchísimo la oscuridad, los ritos, la magia, lo cotidiano y lo onírico, dónde hay magia en mi día a día. Trato de estar siempre muy atento a mis sueños, a mi intuición, También me gusta mucho observar mi barrio, mi territorio, qué pasa en la noche, qué hace la gente, dónde se reúne. Y amo las plantas, sobre todo las que crecen en el pavimento. La extrañeza de lo que crece a pesar de que no hay nada.

– ¿Cuándo y cómo surgió este acercamiento al imaginario más oscuro, nocturno?
Me crié con mis abuelos, y cuando era niño la lectura para mí fue un gran refugio. Siempre me atraían los libros extraños, los que nadie más miraba. Hubo dos que me marcaron: El pequeño vampiro (de Angela Sommer-Bodenburg, ilustrado por Amelie Glienke) que pretende ser oscuro pero es muy luminoso. Es una historia de amistad, de sueños y de aventuras que aborda la noche como un espacio de libertad. Me encanta cómo a través de tramas, saturados y texturas, la ilustradora transmite la estética de la ultratumba. El segundo es Cuentos de terror 1 (recopilación de cinco cuentos de R. Swindells, J. Aiken, D. Belbin,. I. Strachan, y A. Masters). En este libro hay un cuento en específico que provocó que me hiciera muchas preguntas existenciales ya que habla de un infanticio donde el culpable es otro niño.

Además, siempre me han gustado mucho los cómics y las novelas gráficas, y hubo dos que me marcaron, ambos creados por grandes guionistas y donde las historias transcurren de noche: Sandman, de Neil Gaiman y V de Vendetta, de Alan Moore.  Y bueno, siempre me fascinaron los vampiros, como Drácula de Bram Stoker y la historieta de este clásico personaje creada por el español Fernando Fernández, quien se dio el trabajo de hacer cada viñeta en óleo, realizando una versión muy pictórica que presenta matices que no he visto en otros cómics. Y Vincent Price, historia en stop motion creada por Tim Burton, quien siempre ha tenido un foco en la diferencia, en lo raro y en lo oscuro.

– ¿Cuáles son las principales técnicas que utilizas para mostrar la noche en tus obras?
Destaco algunas ideas de Marián Lario, una gran ilustradora española que tuve el honor de que me hiciera clases. Ella dice que para los ilustradores es muy importante identificar los focos de luz. Si lo vemos en término de paleta y color, lo primero que se nos ocurre al representar la noche es el negro como telón de fondo.  Mis principales técnicas para crear este imaginario más oscuro que siempre me ha acompañado son la acuarela, el gouache y cortar papel. El “papercut” me gusta un montón, lo hago desde niño; siempre me quedaba jugando en la cama, recortando papelitos, hablando con mis dibujos. Y me gusta mucho la acuarela y el gouache porque son técnicas súper versátiles, que si bien son complejas, una vez que practicas y tienes paciencia, se abre la magia. Me gustan mucho las paletas un poco desgastadas y los
tonos contrastados, para eso también incluyo el dorado (porque viene del oro que tiene mucho que ver con el ritual).

– ¿Qué referentes destacas a la hora de ilustrar lo nocturno en la LIJ? 
Pienso en Carson Ellis, un ilustrador que me encanta, quien presenta situaciones muy cotidianas en universos súper contrastados, con colores planos y texturas que hacen que la imagen sea muy potente. Ollivier Tallec aborda lo nocturno sin llegar a lo negro, marcando la iluminación como un personaje, lo que sirve mucho para contar historias que van de a poquito hasta llegar al climax. La argentina Isol, una de mis ilustradoras favoritas, tiene varias historias donde los personajes juegan con linternas, con luces artificiales, que van marcando la historia y llevando el relato. La ilustradora Kitty Crowther representa la noche sin caer en el negro, con colores marrones, cafés, rojos, azules, celestes y amarillos, marcando lo oscuro con un punto de luz fijo, como un farol o una vela, abordando las sombras y el miedo.

Kitty Crowther

– El miedo es una emoción que recurrentemente se asocia a la noche, ¿cómo ha sido representada por autores de LIJ? 
El miedo es un sentimiento muy importante de mostrar porque nos acompaña toda la vida. El miedo esencial a la oscuridad, por ejemplo, es muy básico en los niños porque muchas veces nosotros los adultos se lo transferimos. Por ejemplo, Los tres bandidos de Tomi Ungerer nos presenta la noche como un lugar peligroso, al margen de la ley. Esta obra fue muy vanguardista para su época y ha trascendido por su simpleza, el contraste y la extrañeza de sus personajes, con ropas y sombreros extravagantes. En esta historia la oscuridad se mantiene hasta el final, y nos demuestra que no es necesario engañar a los niños y suavizar las historias, sino que podemos hablarles de lo que sea. Por otra parte, el maestro Jimmy Liao  propone una noche azul, cian, que no transmite miedo o inseguridades, sino calma, paz, momentos de intimidad.

Hay un libro-álbum chileno ilustrado por Dominique Schwarzhaupt, Tot (Gata Gorda Ediciones), donde los protagonistas le tienen miedo a todo y en la amistad, van superando sus miedos. Acá se nos presenta una noche diferente, un poco más amable, que nos permite entender la soledad. Es una bella historia justamente por eso, porque nos cuenta algo súper poderoso y necesario de abordar hoy en día a través de la LIJ, y es que nuestros niñes aprendan a estar solos, a escuchar su imaginario interno.

– A través de estos referentes, podemos ver distintas interpretaciones de lo oscuro y lo nocturno, saliendo de los lugares comunes…     Claro, la noche también puede ser un lugar para la imaginación y la creación, como lo vemos en Sombras, de Suzy Lee. En La linterna mágica, de Lizi Boyd, la noche aparece como un sujeto de estudio y de observación; a través de una exploración poética de la naturaleza y de la noche, nos invita a descubrir qué animales aparecen en la noche, qué ruidos hay. Sobre ese tema, un libro que me encanta es The dark de Lemony Snicket, ilustrado por Jon Klassen, que nos invita a descubrir lo que hay tras la oscuridad. Es muy hermoso porque va avanzando desde el atardecer a la noche, y las imágenes van apareciendo en la medida que el personaje va alumbrando.

También está la versión de Hansel y Gretel de Lorenzo Mattotti, que es completamente negra y dorada. Las ilustraciones realizadas con tinta nos transmiten permanentemente una sensación de incomodidad, donde se habla de lo más oscuro del ser humano a través de conceptos como el hambre, el abandono y el adulto castigador, pero también de la esperanza y lo colaborativo. Para ello, el autor utiliza muy bien la luz y la perspectiva (los personajes no están en un primer plano, sino en un universo gigante). Algo similar pasa en la versión de Blancanieves de Ana Juan, que es muy pictórica y expresionista, donde la noche es un espacio de drama, de contrastes, que nos permite hablar de contextos como el bosque, la casa y, en un espectro más amplio, la guerra.

En Voces en el parque de Anthony Browne, uno de mis ilustradores favoritos, vemos la noche como un espacio de frontera social. Utilizando cambios en la paleta de colores, en la temperatura, nos habla de pobreza y periferia, pero también de la magia del cotidiano. En la noche hay rejas, basura, pero también calor humano y diversión.  También la noche es un lugar para hacerse preguntas, como lo vemos en El tiempo del gigante de Manuel Marsol; para contar historias, para imaginar antes de ir a dormir, como en Beso de buenas noches, ilustrado por el artista Joaquín Cociña; un lugar de encuentro, de pausa, como en la obra de Tommi Parrish; o un lugar de intimidad cotidiana, como lo ilustra  Power Paola.

Anthony Browne

Anthony Browne

– ¿Qué consejo le darías a otros ilustradores o a quienes estén en proceso de creación tanto en ilustración como escritura?
En este oficio es súper bueno ser curioso y obsesivo. Creo que lo más importante para las personas que quieren ilustrar o escribir, es leer, leer y leer. Leer mucho y atreverse también, no tener miedo, reconocer qué cosas te gustan, qué cosas repites, encontrarse con lo auténtico y no mentirnos a nosotros mismos para encontrar nuestro lenguaje personal. En Instagram y Pinterest hay un montón de gente haciendo cosas maravillosas y obvio que uno a ratos se deprime (risas), pero hay que llevar la mirada más hacia dentro. Creo que la inspiración no existe, lo importante es trabajar y practicar un montón.

Y no existen los dibujos buenos o malos, existen solo los dibujos. Para ser ilustrador no necesitas hacer imágenes hiper realistas, porque ilustrar no es sólo crear imágenes con ciertas técnicas, sino sobretodo de narrar, emocionar a otres, conectar con otras personas.

– Actualmente estás en proceso de creación de Ingentrificables (Libros del Cardo), ¿cuál ha sido el principal desafío de este proceso?
Esta obra, escrita por Juan Yolin e ilustrada por mí, habla del habitar en el Barrio Puerto de Valparaíso, que siempre me ha llamado la atención por ser un lugar tan abandonado, tan precarizado, pero a su vez tan mágico, que siempre resiste. El principal desafío para mí fue habitar el libro, realizar una obra completamente situada donde yo vivo, presentar las calles que recorro y los personajes con los que me encuentro cuando voy a comprar. Además hacer una crítica a la ciudad, a la idea de desarrollo, al concepto de progreso.

– Para finalizar, y a partir de tu experiencia de docente, ¿crees que a los estudiantes les interesa la LIJ?
Tengo un montón de confianza y esperanza en estas nuevas generaciones. Mis estudiantes son maravillosos y tienen intereses súper contingentes, comprometidos,
abordando temas políticos y medioambientales. Si bien hay interés, porque en la carrera trabajamos con novelas gráficas, libro-álbum, cómic e historietas, creo que aún cuesta que lleguen a la LIJ. Cuando les hablo del tema, noto que se acuerdan de cuando eran niñes y de que en la adolescencia tuvieron una desconexión con la lectura. Tenemos que tratar que vuelvan a engancharse con sus niñes internos.

Majo Puga

Majo Puga

 

Sobre Majo Puga:  Majo es  ilustrador y dibujante. Su trabajo se relaciona con el rescate de la cultura en su sentido social y emocional, con un fuerte enfoque en la relación de las comunidades y los territorios. Ha colaborado como ilustrador en diversos libros y publicaciones, participado en exposiciones colectivas e individuales, residencias artísticas, laboratorios creativos y talleres sobre ilustración y narrativa gráfica.

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