Leo Lionni es uno de los más importantes autores de libros para niños de la época contemporánea, y pionero del libro álbum. Fue pintor, escultor, ceramista, diseñador gráfico, ilustrador y escritor. Nació en 1901 en Ámsterdam, su padre pulía diamantes, su madre era ex cantante de ópera, y en su entorno familiar había mucho contacto con el mundo artístico. Un tío suyo, pintor y bohemio, lo acercó a pintores y talleres de arte, y le inspiró a soñar con ser artista desde pequeño.
De niño, Lionni vivió con su familia en Estados Unidos y, posteriormente, en la ciudad italiana de Génova. Tras terminar el colegio, estudió economía en Suiza e Italia, obteniendo un doctorado en Economía Política, pero se mantuvo fiel al arte y, paralelamente, continúo desarrollando su veta artística. En 1939 emigró a Estados Unidos con su propia familia -esposa y dos hijos-, y trabajó para varias agencias de publicidad y como director de diseño, dividiéndose así entre el mundo de la publicidad y el arte, y entre dos países, Estados Unidos e Italia.
En 1959, tras haber renunciado a su trabajo como director de arte para la revista Fortune, en Nueva York, comenzó a escribir libros. En un viaje en tren con sus nietos, recortó pedazos de papel de colores de una revista para inventar una historia con la que entretenerles. Esos pequeños trozos de papel fueron sus personajes y así nació Pequeño Azul y Pequeño Amarillo, su primer libro para niños. Este título es hoy un clásico contemporáneo y su creación convirtió a Lionni en uno de los pioneros del libro-álbum. La representación abstracta y del collage como técnica, introducidos por Lionni en este primer libro, no sólo revolucionó la ilustración de los libros infantiles, sino que sentó las bases de un género experimental desde sus orígenes.
Para Lionni todo buen libro para niños es inevitablemente autobiográfico, y decía que no hacía libros para niños, sino para la parte infantil que sigue viviendo dentro de cada persona. “El arte, de hecho, siempre expresa sentimientos de la infancia -opinaba-. El artista, y en particular el autor de libros infantiles, debe regresar a los lugares y circunstancias de su niñez en busca de sus estados de ánimo e imágenes”. Además, consideraba que “un buen libro para niños describe esos momentos remotos cuando nuestra vida no ha sido todavía sometida a las imposiciones y exigencias de la vida adulta”.
Los personajes y las historias de los cuentos de Lionni reflejan espacios de su propia niñez que le inspiraron en sus creaciones como autor e ilustrador. Su pieza infantil, tal como sus libros, estaba llena de piedras, caracoles, orugas, mariposas, ratones y terrarios en los que recreaba mini-mundos a los que describía como “silenciosos y llenos de vida”. Los mundos que se abren entre las portadas de sus libros remiten a los de sus terrarios salvo que “los ratones, los pájaros y los peces tienen su voz propia”.
Para Leo Lionni, la literatura infantil, y en particular los libros ilustrados, eran cosa muy seria. “Un libro ilustrado –defendía- construye para el niño un mundo alternativo que le permite estructurar su fantasía, organizar en su mente el caótico mundo que le rodea, sentirse identificado y encontrar su espacio al darse cuenta que la vida puede ser algo bello”. Siempre destacaba que la capacidad de exploración y asombro frente al mundo, propia de la infancia, era para el origen del Arte.
Las ilustraciones de sus cuentos infantiles, creadas con técnicas como el collage y el estampado y una gran variedad de materiales -entre ellos acuarelas, lápices de colores, cartulinas-, se conectan con el mundo de los niños y niñas. Además, expresan su sensibilidad como artista y su amor hacia el arte como una forma de estimular la imaginación de los lectores y entregar un significado más profundo a sus vidas.
Los cuentos de Lionni parecen a menudo fábulas y suelen suceder en mundos de fantasía. Su intención no es enseñar o moralizar, sino invitar al lector a soñar con sus personajes y ofrecerle al niño una alternativa segura: un ratón que quiere ser pintor; otro que vive la ternura de la amistad, y un tercero que es un poeta soñador que hace ver a su familia que en tiempos duros, los sueños de memorias felices ayudan a sobrevivir. Este último es Frederick, uno de sus libros más premiados en el que la tradicional fábula de Esopo, «La cigarra y la hormiga», se invierte de manera tal que la visión que nos ofrece del arte y de su lugar en la vida, es casi opuesta al relato tradicional. El ratoncito poeta, Frederick, un doble de la castigada cigarra/artista de Esopo, es aceptado por los compañeros de madriguera, quienes se disponen a disfrutar de su poesía durante los duros meses del invierno.
Otro cuento preciado y premiado de Lionni es Nadarín, una historia que habla de la importancia de abrirse a los milagros y la belleza del mundo para poder seguir adelante y encontrar cada uno su lugar.
A lo largo de su carrera, Leo Lionni creó más de 30 libros infantiles y recibió numerosos premios: Lewis Carrol Shelf Award en 1962; Premio Alemán de Literatura Infantil (libro ilustrado) por su obra Nadarín en 1965; Manzana de Oro de la Bienal de Ilustraciones de Bratislava en 1967 por Frederick. Y cuatro veces ganador del Caldecott Honor Book: con Pulgada a pulgada en 1961, Nadarín en 1964, Frederick en 1968 y Alejandro y el ratón a cuerda en 1970. En 1984 le otorgaron la Medalla de Oro del Instituto Norteamericano de Artes Gráficas.
Lionni Murió en 1999, en La Toscana, a los 89 años. “De todo lo que he hecho en mi vida, lo que más me ha satisfecho son mis libros infantiles”, dijo.
Libros de Lionni que encontrarás en la biblioteca:
+56 52 2382590
bibliotecaslibroalegre@gmail.com
San Enrique 339-A, Cerro Alegre
Horario
Martes a Viernes de 10.00 a 12.00 y de 15.30 a 18.30 horas
Sábados de 16.00 a 19.00
Domingo y Feriados: Cerrado
Pezoa Véliz con Vargas Stoller, al interior del CESFAM Puertas Negras.
Horario
Miércoles, Jueves y Viernes de 15.30 a 17.30 horas