Nalda Sanmartin es traductora, docente y doctorada en literatura infantil y juvenil en la Goethe Universitat de Frankfurt. Hoy dedicada a ofrecer cursos de fomento lector en la UPLA y en la la DIBAM, desde niña se interesó por la lectura y la literatura fantástica. Si bien en su casa no era habitual la compra de libros (“éramos muchos hermanos y no había recursos”, señala), de pequeña pedía libros prestados en la biblioteca del colegio, incentivada por su madre quien siempre fue una “súper lectora”, según nos comenta.
El primer libro que marcó sus lecturas fue La Porota (1946), clásico de la literatura infantil chilena de Hernán del Solar con ilustraciones de Elena Poirier. A los 7 años, Nalda recuerda haber leído en reiteradas ocasiones la historia de la niña Porota, quien tras perder a su muñeca Mimí emprende una búsqueda por un mundo fantástico lleno de pistas que la ayudan a comprender el imaginario de su muñeca.
Ya en la preadolescencia, recuerda haberse encantado con Alicia en el país de las maravillas (1865) de Lewis Carroll, y con David Copperfield (1849), una de las novelas más reconocidas de Charles Dickens por su sátira y humor irónico, así como por tocar de manera íntima temas como la alegría y también el luto y la angustia de las personas. Allí el autor relata la vida de David, quien tiene una infancia feliz leyendo y asistiendo a la escuela, hasta que su suerte cambia.
Ya en su adolescencia, Nalda comenzó a fascinarse por las novelas históricas. “Un recuerdo que guardo de mi adolescencia es cuando a los 17 años de edad, en un verano, me devoré los cuatro tomos de Adiós al séptimo de línea (Jorge Inostrosa Cuevas, 1955) en la terraza de la casa de mis papás”, cuenta.
¿Cómo fue el paso de ser una joven lectora a dedicarte profesionalmente al campo de la literatura infantil y juvenil (LIJ)?
Mi formación no fue recta. Primero estudié traducción alemán-inglés, pues quería dedicarme a la traducción literaria. Me fui a estudiar a Alemania con ese objetivo y estando allá me di cuenta que traducir literatura a un idioma que no era mi lengua madre era muy difícil. Entonces comencé a interesarme en la literatura alemana, e hice un doctorado en literatura infantil y juvenil en la Goethe Universitat, en Frankfurt. Comencé a adentrarme en la LIJ y realicé mi tesis sobre literatura fantástica, con un estudio comparado entre autores europeos y otros sudamericanos. Al volver a Chile comencé a dictar un curso de promoción de lectura para estudiantes de la carrera de pedagogía en castellano de la UPLA, en el que les entregaba herramientas para potenciar la lectura placentera. Desde allí me fui enfocando cada vez más en la promoción y fomento lector, dando además talleres fuera de la universidad, en bibliotecas públicas como la de Valparaíso y Valdivia.
¿Qué autores de la LIJ revisitas o te inspiran actualmente?
Me cuesta concentrarme en un solo autor o temática. Yo hago talleres para fomentar la lectura en distintas áreas y sobre distintos temas, entonces siempre estoy buscando nuevas lecturas. Últimamente he estado buscando obras enfocadas en la temática de la transexualidad, que es un tema que me interesa fomentar en los jóvenes. Estoy leyendo dos novelas españolas: una es La versión de Eric, de Nando López, que ganó el Premio Angular este año y que cuenta la historia de un chico transexual de 20 años de edad. La otra es Llámame Paula, de Concepción Rodríguez, obra que narra la historia de un niño llamado Pablo que a sus 8 años decide y declara que quiere llamarse Paula, pues se siente niña. Estos son los temas que hoy me interesan y que he estado investigando.
Recientemente realizaste un taller en el ciclo Casas Lectoras de Libroalegre sobre literatura e identidad de género ¿De qué manera crees que la literatura promueve la expresión y construcción de género en niños y niñas?
Es sabido que la literatura ayuda a la construcción de la identidad de género. Para mí un momento clave fue cuando percibí que con los cuentos de hadas que nos leyeron de pequeños, construimos una identidad de género sin darnos cuenta. Hoy me pregunto, ¿si en vez de haber leído Blancanieves o Cenicienta, hubiera conocido obras con otros valores culturales o de identidad de género, habría despertado antes en cuanto a la diferencia de roles entre hombres y mujeres en la sociedad moderna? Creo que es clave que padres y madres se pregunten qué material comparten con sus hijos para no repetir patrones de una generación a otra.
¿Dónde te parece que hay buen material para fortalecer estos temas?
Si bien siempre he estado vinculada a la literatura infantil y juvenil alemana, recientemente estoy muy interesada en la literatura española porque se está enfocando en temas muy contemporáneos. La destaco por su apertura significativa a temáticas que están en boga hoy en día, tales como la identidad de género y diversidad sexual, el despertar sexual (y la sexualidad en general), la muerte y la guerra, por nombrar algunos. Esto se relaciona mucho con el sistema educacional español, donde estos temas se tocan en la escuela y también en la casa; a diferencia de la educación chilena de la literatura, que está muy centrada en los clásicos. No es que tenga algo contra los clásicos, pero creo que falta una mayor apertura a temas que sean relevantes para el desarrollo de niños y adolescentes.
¿Por qué crees que a los adultos nos cuesta familiarizar a los niños con ciertos temas “difíciles” y de qué manera crees que la literatura puede ser un aporte para mediar estos temas?
Yo creo que los padres intentan mantener a los niños en una burbuja el mayor tiempo posible, y abrirlos a estos temas les complica en ese sentido. Pero el mundo y la vida cotidiana no siempre son bonitos y felices. Si bien comprendo el temor a que los niños se enfrenten a temas difíciles, creo que debemos potenciar que desde pequeños se informen y puedan expresar sus opiniones. Recuerdo una experiencia que tuve hace dos años en la universidad, donde guié la tesis de unas alumnas sobre fomento lector. Uno de los cuentos que escogieron presentar en un liceo hablaba del embarazo adolescente y, tras la lectura, se generó una importante discusión en torno al tema del aborto, donde los estudiantes de primero medio tenían posturas muy claras e informadas respecto al tema.
Es clave también el momento que se da luego de la lectura compartida, el diálogo…
Es habitual que luego de leer algo queramos compartir lo que leímos y lo que la obra nos dejó, y no siempre tenemos a alguien cerca, por eso rescato los clubes de lectura. Si bien la lectura compartida se puede realizar a cualquier edad, en la adolescencia esto es más difícil porque a los jóvenes, por su proceso, les cuesta compartir; aparece la vergüenza, el tabú y en su etapa de desarrollo tienden a refugiarse dentro de sí mismos, por eso es clave incentivarla desde temprana edad.
Por ejemplo, yo no estoy en contra de los cuentos de hadas, pero si decido leer en familia uno de estos libros, podría luego abrir una conversación sobre los roles de género que se presentan en la obra. Desde mi perspectiva, no es necesario transformar el cuento a una versión moderna, sino ser críticos con el material que les entregamos a nuestros niños en relación a los cambios que estamos experimentando como sociedad.
¿Cómo se puede escoger un buen libro para nuestros niños y niñas?
Es fundamental fijarse en el interés que tenga el niño, la niña o el adolescente en cuanto a los temas, ésa es una forma de incentivar la lectura desde el principio. Si escoges un libro sobre una temática que le interese al niño, lo leerá con muchas más ganas que uno que tú le impongas. En las escuelas, por otro lado, promueven libros que no son de interés para los niños, lo que los desmotiva y aleja de la lectura. Finalmente, creo que también es importante que el libro sea estéticamente atractivo y esté bien escrito.
Por último, ¿qué te parece la labor que realiza Libroalegre en la difusión de la lectura placentera y la promoción de la literatura desde temprana edad?
Encuentro fantástico lo que realizan para fomentar la lectura, sobretodo en sectores que no tienen acceso a estos materiales, como Montedónico. Las felicito por su trabajo y me gustaría que en Chile existieran más iniciativas como la de ustedes, donde se toman las cosas en serio. Libroalegre está abriendo oportunidades reales para niños y adultos para acceder a libros de calidad y promover la lectura de manera seria, lo que requiere de muchas ganas y perseverancia.
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