Para esta nueva entrega de VOCES, conversamos con Hugo Hinojosa, académico e investigador especializado en Literatura infantil y Juvenil, narrativa gráfica, didáctica de la literatura y narrativa transmedial. Hugo, quien recientemente nos acompañó en el lanzamiento de nuestro Boletín Nº 5 de La Pieza Secreta (dedicado a la novela gráfica), es coordinador de la Red Internacional de Investigadores en Narrativa Gráfica (RING), miembro fundador de La otra LIJ y parte de diversos comités de revistas y centros de estudios universitarios sobre el cómic.
¿Cuál fue tu motivación personal para especializarte en LIJ, narrativa gráfica e historieta?
Mi interés fue doble. Por una parte, mi trabajo con LIJ se genera a partir de mi labor como docente en colegios, donde pude ver que la literatura a la que se acercaban mis estudiantes no era precisamente la que entrega el plan lector. Por otro lado, parte de esos textos que leían eran de narrativa gráfica (manga o cómics occidentales). Finalmente, está mi propia historia, ya que leo cómics desde que soy niño.
¿Qué libros/revistas/cómics y autores marcaron tus primeras experiencias lectoras?
Podría nombrar varias en verdad. Aprendí a leer con Condorito, así que mi primera lectura fue mayormente visual. Posteriormente, recuerdo haber tenido cómics de series de moda de mi infancia, como GI-JOE, Transformers y otras. También en esa formación de cómics estuvo la revista Cucalón, que recopilaba historias de Themo Lobos como Mampato, así como la revista Barrabases en su época de inicios de los noventa. Ya a mediados de aquella década me acerqué al cómic de superhéroes, en particular DC cómics, gracias a las revistas que llegaban desde España.
En el último número de La Pieza Secreta nos preguntamos sobre la definición de la novela gráfica: ¿Es un cómic con más texto? ¿Es diferente de la novela con ilustraciones?
La novela gráfica es un formato más de lo que entendemos como cómic o historieta, como podrían serlo la tira cómica o el comicbook americano. Tiene ciertas particularidades que podrían definirla, aunque obviamente siempre hay obras que se escapan a la regla. Por una parte, está su mayor extensión, diferenciada de las publicaciones en revista y que tienden a serializarse. En ese sentido, suele centrarse en historias autoconclusivas, y que mayormente van dirigidas a un público más adulto, dado sus niveles de complejidad. Esto no quiere decir que no existan novelas gráficas para lectorías infantiles o juveniles. Del mismo modo, es una forma de cómic “de autor”, pensando en un modelo de publicación diferente de otros más industriales, como el del mundo de los superhéroes.
Por otro lado, dada la mayor extensión de la novela gráfica, podría pensarse en encontrar más contenido, pero eso no implica más texto pues en el cómic la primacía es la visualidad. Asimismo, no puede emparentarse (más allá de su denominación) con la novela, que es un género literario, ni tampoco con la novela ilustrada, donde las imágenes simplemente replican lo que el texto en prosa señala.
¿Qué tipo de obras gráficas se están produciendo en Chile?
Es difícil establecer qué tipo de obras son, considerando que el nivel de publicaciones no es tan alto, pero hay cierto tipo de historietas que tienen presencia en el mercado local: obras con temática histórica, o las creadas por autoras. Por otro lado, hay un circuito interesante de cómics que transitan entre la aventura y la ciencia ficción, como también textos en los que la influencia explícita del manga ha impactado en la forma.
¿Qué temas o técnicas crees que hace falta seguir explorando?
Creo que más que temas o técnicas, la industria chilena del cómic debería seguir creciendo, y a la vez generar un incentivo para aumentar los lectores de historietas. Esto permitiría tener más obras, y de mayor variedad, circulando. Pese a que podemos encontrar diversidad en el ecosistema local del cómic, aun no es suficiente para dar cabida a más posibilidades, tanto en contenido como en forma.
¿Qué autores destacas en Chile?
La dupla de Carlos Reyes y Rodrigo Elgueta ha venido desarrollando un trabajo muy interesante en el ámbito de la novela gráfica centrada en temáticas históricas. Por otro lado, está el trabajo de autoras jóvenes como Antonia Bañados o Carola Josefa, quienes están contribuyendo con obras alejadas de las temáticas tradicionales, y aportando a nivel gráfico con enfoques estéticos menos habituales en el ámbito de la historieta local. Del mismo modo, desde el extranjero está Francisca Cárcamo “Panchulei”, cuyo trabajo sostenido le ha permitido participar en importantes eventos y publicaciones en el exterior. También me gustaría destacar el trabajo de las editoriales nacionales, entre las cuales hay algunas pequeñas -Acción cómics, Ariete, Arcano cuarto, Visuales o Dogitia- que están logrando editar obras para variados públicos, algunas con alcance internacional. Y también está el trabajo de Wolu, editorial que ha abierto un espacio para la publicación de manga producido en Chile.
Si pudieras decirle a los adultos en qué fijarse al momento de elegir un buen material para niños y niñas, ¿qué les recomendarías?
Que no se dejaran llevar simplemente por la primera impresión. A veces suelen pensar que porque es cómic, es más simple o “infantil”, cuando sabemos que las relaciones de texto-imagen son complejas de por sí. Del mismo modo, creo que es un error dejarse llevar solo por el atractivo del dibujo. En el caso del cómic, más que un dibujo perfecto o artísticamente sobresaliente, se requiere de una cualidad más importante, y que es saber narrar con imágenes, poder contar una historia en donde la visualidad sea central.
¿Qué actitud percibes en estudiantes y académicos frente a la LIJ? ¿Se estudia de manera diferente que la literatura general?
Creo que hay cada vez más interés entre investigadores/as, estudiantes y docentes en aprender más sobre la LIJ y, en particular, sobre historieta. Esto ha hecho que se vayan perdiendo de a poco prejuicios en el mundo académico que, históricamente, las ha minimizado o tachado de paraliteratura o de obras sin mayor valor artístico y cultural. Claramente falta mucho camino por recorrer, pero creo que desde hace unos cinco años, por lo menos, el panorama ha ido mejorando y ampliándose. Ahora, claramente hay ciertas particularidades que la distinguen del estudio específico de literatura, eso está dado por el propio medio con que se trabaja, y que implica centrarse en aspectos claves como la visualidad, la capacidad de narrar con imágenes.
¿Qué relación ves en Chile entre la oferta de libros infantiles, los programas educativos y el interés por la lectura?
A pesar de las buenas intenciones, todavía hay una distancia entre estos espacios. Por una parte, porque el sistema educativo está basado en un modelo que tiende a estandarizar, medir aprendizajes, y todo bajo un contexto de obligación que se distancia del interés personal y voluntario hacia la lectura. En ese sentido, se requeriría modificar dicho modelo, de modo de pensar la lectura más como una experiencia libre, vinculada a las propias vivencias e intereses, y no a la obligatoriedad de la evaluación. Así mismo, se debería ampliar la oferta y, sobre todo, el acceso a la oferta de libros infantiles, y que estos, a su vez, se integren a los diversos programas educativos.
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