Sol Undurraga (Mujer Gallina) es una ilustradora chilena radicada en Berlín. Su trabajo, para niños y adultos, se ha publicado en numerosos medios de comunicación y editoriales del mundo. Su libro “La playa”, publicado por L’Agrume en 2018, y por Saposcat en español en 2019, obtuvo el premio Opera Prima en la Feria del Libro Infantil de Bolonia (BCBF) y el premio Nami de Corea. Ha sido seleccionada y distinguida en la BCBF (2014 y 2016), en Iberoamérica Ilustra (2017 y 2018) y en otros festivales de arte y creación.
Su reciente libro “El bosque de lo diminuto” (Saposcat) es una investigación libre hecha a mano sobre la vida interconectada de lo grande y lo pequeño en un bosque. A través de contenidos informativos, diversión, humor y un inagotable placer de mirar y pensar, en sus páginas aparece el mundo de los insectos, el vínculo de lo humano en la naturaleza y múltiples curiosidades acerca de los bichos.
Primero que todo, quisiéramos preguntarte: ¿cómo comenzaste a dibujar?
Empecé a dibujar desde súper chiquitita porque mis papás viajaban harto. Viajábamos en un jeep, éramos varios hermanos y nos portábamos muy mal. Para que nos distrajéramos y no fuéramos tan desordenados, mi mamá nos ponía lápices en un cooler que había detrás del auto, y ahí dibujábamos. Mi hermana mayor jugaba a ser la profesora, a ella le gustaba mucho dibujar y me incentivaba mucho a dibujar también. Después estuve en un colegio donde se incentivaba mucho el dibujo y era la única clase donde me portaba bien.
Entonces, siempre estuve muy conectada al dibujo. El dibujo para mí siempre ha sido uno de esos momentos donde me encuentro conmigo misma.
¿Recuerdas algún libro que te haya marcado en tu infancia?
Una de los libros que más me marcó fue La cabaña del tío Tom (Harriet Beecher Stowe). Mi mamá me lo leyó una vez que yo estaba enferma y creo que me cambió un poco la manera de ser. También recuerdo mucho Las aventuras de Tom Sawyer (Mark Twain); yo las amaba, amaba lo mal que se portaba. También recuerdo unos libros de biología que había en mi casa, los mirábamos mucho con mis hermanos porque salían dibujos de personas piluchas. Era divertido ver esos libros, me gustaba mucho.
¿Cómo fue el paso de ‘hacer dibujos’ a dedicarte profesionalmente a la ilustración?
Nunca supe mucho del cambio, todavía me sigo viendo como dibujante. Yo estudié Arquitectura y creo que ahí pasé a tomarme el dibujo como una profesión. Desde allí pasé a ser ilustradora, optando por otros tipos de trabajo y también por otro estilo de vida. Cuando vivía en México, comencé a ofrecer mis dibujos a algunas revistas, les mostré lo que hacía y comenzaron a pagarme por hacer dibujos. Yo me sentía súper orgullosa por eso, me gustaba mucho hacerlo. Luego, cuando estuve un rato en Estados Unidos, un diario me dio una página para hacer un cómic. Le ponía tanto cariño y dedicación a eso, que sentí que eso era lo que quería hacer.
En tu más reciente libro (“El bosque de lo diminuto”, Saposcat) exploras el placer de mirar, y cómo lo grande está fuertemente vinculado con lo pequeño. ¿Por qué este interés en resaltar lo pequeño?
Este libro empezó el año 2019, cuando nos habían encargado una exposición para el Centro Cultural Palacio La Moneda, y Marcela (Fuentealba), la editora de Saposcat, era la curadora. Nos habían propuesto hacer una exposición para que habláramos del medio ambiente y justo vino la revuelta social. Nosotras estábamos en una especie de epicentro de la revuelta (justo debajo de La Moneda), y mientras estaba pasando todo, nos sentíamos un poco de ‘brazos cruzados’ por no poder vincularnos con lo que estaba pasando arriba. Entonces tomamos el tema y a partir de todo lo que nos pasó a nosotros como personas, con lo que estábamos sintiendo y pensando en ese momento, decidimos darle voz a lo más diminuto dentro de un bosque y a la importancia que tiene lo pequeño dentro del ecosistema. Siempre lo más grande es lo que tiene más visibilidad e importancia, entonces quisimos darle importancia a lo pequeño; ‘engrandecimos’ a los bichos, les dimos voz y protagonismo. Este libro nació desde esa exposición y también fue resultado de todas las croqueras que fueron parte de la investigación.
¿Crees que los niños leen el libro de manera distinta a los adultos?
Sí, por supuesto. Yo creo que también importa mucho cómo uno les acerca el libro a los niños. Puedes hacerlo de manera divertida, poniendo voces, haciendo énfasis en algunas cosas. El libro está enfocado en distintas etapas de la vida y edades de los niños, hay partes más informativas, otras más divertidas. Espero que lo puedan leer de distintas maneras, niños y adultos, que puedan aprender cosas nuevas y reírse.
En tus obras un componente importante es el humor, ¿cómo lo desarrollas?
Me gusta mucho reír. Y creo que cuando lo estoy pasando bien con un proyecto, el humor me sale. Hablo con los dibujos, como si estuviera hablando con una amiga o amigue. Generalmente mis dibujos tienen que ver con situaciones que he vivido, entonces voy teniendo un diálogo interno cuando hago los dibujos, y por eso quedan chistosos.
Finalmente, ¿cómo ha sido tu vínculo con Libroalegre y qué opinas del trabajo que la ONG está desarrollando en la difusión del libro álbum?
Nuestro primer acercamiento fue por un taller que me invitaron a hacer, para el ciclo Casas Lectoras. Después de eso hemos estado siempre en contacto, siento una admiración tremenda por la labor que hacen. En el boletín La Pieza Secreta, por ejemplo, hacen un trabajo súper lindo, serio e importante para la difusión de los libros-álbum. Es un espacio fundamental para nosotros los ilustradores, y también para los niños y adolescentes de Chile.
Libros de Sol Undurraga disponibles en la biblioteca Libroalegre de Cerro Alegre:
+56 52 2382590
bibliotecaslibroalegre@gmail.com
San Enrique 339-A, Cerro Alegre
Horario
Martes a Viernes de 10.00 a 12.00 y de 15.30 a 18.30 horas
Sábados de 16.00 a 19.00
Domingo y Feriados: Cerrado
Pezoa Véliz con Vargas Stoller, al interior del CESFAM Puertas Negras.
Horario
Miércoles, Jueves y Viernes de 15.30 a 17.30 horas