Joaquín Olave (Joacko Lamour) es actor y artista escénico. Se ha desempeñado principalmente en el teatro y el arte callejero, realizando intervenciones en lugares no convencionales. En su trabajo también explora el teatro musical, integrando el canto y el baile. Actualmente anima la jam artística del Bar Cinzano, donde también realiza shows de tango los días jueves.
Con ONG Libroalegre colabora desde el año 2016, desarrollando narraciones musicalizadas de libros álbum de la biblioteca, así como pequeñas obras de teatro para distintos públicos, como “Hermanagrande y Hermanochico”, que se basan en cuentos de la colección de Libroalegre, y “Día de visita”, adaptación dramática de textos escritos por menores privados de libertad y que fueron publicados en el libro Cartas de adentro (Ediciones Libroalegre, 2016) y la revista Calcetín con papa especial “entre rejas” (Ediciones Libroalegre, 2017)
¿Cómo comenzó tu vínculo con ONG Libroalegre?
Fue el año 2016 para el lanzamiento del libro Cartas de adentro, cuando me contactaron para actuar en la puesta en escena de estos relatos. En ese entonces, presentamos la obra en distintos espacios, como la cárcel de menores de Liwen (Limache) y la sala El Farol de la Universidad de Valparaíso. Y hemos seguido desarrollando y mostrando esta obra en liceos y cárceles de la Región; de hecho, ahora en octubre vamos a visitar nuevamente la cárcel de menores de Limache, la de Quillota y la de Valparaíso. Luego, en la pandemia, realizamos distintas obras en formato audiovisual, y durante todo este tiempo hemos dramatizado y musicalizado diversos cuentos que han sido presentados presencialmente y en formato de radioteatro en el canal de YouTube de Libroalegre.
¿Cómo ha sido esta experiencia y qué desafíos te ha significado?
Me encanta, porque me presentan referentes que no están en mi radar. Frecuentemente me enfrento a personajes nuevos que tienen distintas lógicas. Además, tengo que tratar de interiorizarme en la mente de los niños para desarrollar propuestas que les parezcan divertidas o interesantes. Siento que siempre estoy aprendiendo y que estas experiencias me hacen ver el mundo con más perspectiva.
Cuéntanos cómo desarrollas el ejercicio de llevar un libro a escena.
Siempre sucede que las chicas del equipo de Libroalegre me sugieren un título o un autor, y lo que yo hago es preparar una pequeña obra de teatro inspirada en el cuento que vamos revisando. Sus retroalimentaciones siempre son muy asertivas, ellas son muy profesionales y me inspira mucho la vocación con la que trabajan.
Para la puesta en escena incorporo casi siempre elementos como el baile o la música en vivo, con la compañía de un músico. Es un desafío que disfruto mucho porque implica pensar permanentemente cómo traducir el relato literario a lo teatral sin dejar de comunicar lo que el autor o autora quiso decir con su obra. En lo personal, me interesa mucho ser fiel a eso.
Y la interacción con el público de la biblioteca, ¿cómo ha sido?
El público que asiste a la biblioteca es muy participativo y respetuoso. En escuelas o colegios todo es más intenso, porque siento que tienen más hambre, por decirlo de alguna manera, por ver este tipo de actividades que no son comunes para ellos. En general es muy reconfortante ver que están disfrutando y que pueden expresarse libremente. Creo que dramatizar o musicalizar un cuento es una muy buena manera de acercar a los niños a la literatura.
Cuando vamos a cárceles es otra cosa, porque es un ambiente más hostil. Ahí abrimos un espacio de diálogo luego de la obra sobre temas como la discriminación o la injusticia, y salen cosas muy bonitas porque se sienten identificados por los relatos que presentamos.
¿Podrías decir, a partir del trabajo que has realizado con Libroalegre, que ha cambiado o se ha expandido tu visión de la literatura infantil?
Totalmente. Yo nunca fui buen lector y acá he conocido muchos autores. Lo que más me ha llamado la atención es que los libros que presentamos no tienen un espíritu moralista o educativo, no buscan dejar una moraleja sino mostrar una realidad. También me sorprende la calidad del diseño, porque en cada obra puedes ver que hay un cariño con la ilustración.
Además cambió mi visión de lo que es una biblioteca. Acá hay juguetes, colores, sillones, uno puede jugar. Es muy importante que exista este espacio, porque no sé si podría encontrar libros que están acá en otra parte. Estoy muy agradecido de Libroalegre y lo que me ha mostrado.
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